Año del Tigre, a 24 años de distancia

Este año que inicia, 2022, corresponde al año del tigre según el zodiaco Japonés (básicamente el mismo que el zodiaco Chino), y no pude pasar por alto que hace 24 años, entre 1997 y 1998, iniciamos un año del tigre que en muchos sentidos cambió mi vida.

En esa ocasión, pasé las vacaciones de año nuevo en Japón. Normalmente, solíamos venir a Japón en las vacaciones de verano, ya que estas son más largas. Pero por algún motivo, mis padres decidieron que fuese en estas fechas. Nunca antes había pasado un año nuevo en Japón, y muchas de las tradiciones, platillos, incluso vocabulario, eran prácticamente nuevas para mi. Una cosa es conocerlas por fotos o tv, y otra muy distinta vivirlas en persona.

Estaba en los mediados de mis 17 años, una edad complicada, llena de incertidubre, donde no eres adulto pero la sociedad espera que tomes decisiones que afectarán tu vida en un modo profundo. Enamorado del amor, en búsqueda de mi identidad personal y de grupo, músico de corazón, y un tanto cansado de la monotonía de la escuela. Todo parecía decidido para nosotros como jóvenes, o al menos la espectativa que se tiene sobre nosotros; probablemente seguir estudiando, de ser posible incluso maestría o doctorado; comprar un coche a pagos, y si se tiene mucha suerte, empezar a pagar una casa, mientras pagamos deudas de estudio que aceptamos sin entender su verdadero significado a largo plazo. Quizás un trabajo de oficina, ventas, agente, etc., donde estaremos por muchos años, escalando en puestos, o esperando nuestro premio en modo de pensión. Me sentía atrapado en un camino que no quería recorrer, como si estuviera en una gran autopista a máxima velocidad atascada de vehículos y no poder girar.

Pues en muchos modos, este viaje, hace 24 años, en un año del tigre, me ayudó en gran modo para realmente entender que no hay nada escrito. Que las espectativas de la sociedad, los planes de pensiones, incluso los horóscopos, son tan válidos como uno mismo quiera considerarlos. Fue un viaje que concientemente me acercó más a mi identidad multicultural, que me ayudó a darme cuenta que ser músico o artísta, no es una rareza, que puedo ser el “bicho raro” para los demás pero que podía decidir serlo. Es obvio que todo esto lo empiezas a mentalizar desde antes, que empiezas a repetirte que no cometeras ciertos errores, que harás ciertas cosas distintas a como lo hicieron tus predecedores, etc., pero el abrir los ojos a un mundo de posibilidades infinitas, es algo que te marca para siempre. Quizás la versión moderna sería apagar el smartphone.

El año de 1998, año del tigre, inicié mis estudios superiores de música, pude dar la vuelta a la página a viejas relaciones no sanas, aceptar que no necesito encajar en un grupo social o étnico para ser feliz. Aprendí a ser libre, o al menos empecé mi camino hacia la libertad. Y a 24 años de distancia, aun camino en este sendero, aprendiendo a ser libre cada día, a aceptar que la infinidad de opciones es una bendición, y que no hay respuesta correcta o incorrecta, solo decisiones que tomamos.

Espero con ansias nuevas sorpresas en este año del Tigre 2022!