Torres de Reloj Mecánicas de Ningyocho

Mucho antes del desarrollo de la robótica japonesa, ahora líder en el mundo, los autómatas mecánicos y de cuerda llamados karakuri estaban de moda en Japón desde el siglo XVII. Algunos de estos títeres de madera tradicionales podían llevar tazas de té a sus invitados o preparar flechas y dispararlas. La gente del Japón feudal era muy aficionada a las novedades (especialmente aquellos que podían permitírselo) y se adoptaron como una forma popular de entretenimiento.

Originalmente era llamado Karakuri Yagura o Torres del Reloj Mecánico de Ningyōchō que son un par de atracciones que a menudo se pasan por alto ubicadas en el distrito histórico del centro de Ningyōchō, que era conocido (y recibió su nombre) como el próspero centro de títeres, teatro y manufactura de Tokyo.

En la época feudal, la palabra yagura se refería a las torres de vigilancia de madera construidas sobre los castillos, que deriva de una palabra que significa “almacén de flechas”. En el mundo de las artes escénicas, yagura es un andamio elevado construido sobre la entrada de un teatro Kabuki o Bunraku (teatro de títeres) desde el cual los tamborileros llamaban la atención de la gente.

El Karakuri Yagura o Torres del Reloj Mecánico de Ningyōchō presenta ilustraciones de dibujos de la vida de la ciudad en el período Edo y a cada hora comienza un espectáculo animatrónico en consonancia con el patrimonio histórico de Ningyōchō.

Cuando el reloj marca la hora en punto, las cortinas se abren para revelar un títere de un rakugo-ka, un narrador y comediante tradicional sentado en un cojín. Durante los siguientes dos minutos, narra la historia, de manera humorística, de cómo Ningyōchō obtuvo su nombre. Mientras tanto, se abren pequeñas ventanas para mostrar versiones en figurillas de las ilustraciones representando a la gente del pueblo de Edo, incluido un carpintero, un pescadero, un samurai y geisha.

La otra torre del reloj, ubicada más cerca de la estación, representa a los típicos bomberos de Tokyo en los siglos XVIII y XIX. Aunque tiene menos animación que su gemela, las marionetas de los bomberos se exhiben en todo momento y muestran poco movimiento incluso en el momento adecuado, mientras se suena el kiyari-uta, una canción ceremonial popular que alguna vez cantaron leñadores, carpinteros y bomberos en obras de teatro.

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