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Sada Yakko – La Geisha que hechizó a Europa

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Durante muchos años, la herencia artística dejada por Sada Yakko en Europa fue eclipsada, incluso pasada por alto al completo. Sin embargo, en los últimos años varias publicaciones le han devuelto su merecido reconocimiento y esplendor.

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Sada Yakko, considerada como una de las primeras “influencer” de belleza del s.XX

Nacida en una familia acomodada en 1871 y descendiente de una familia de samurai, Sada Yakko debe su deslumbrante carrera a un golpe de mala suerte. Los numerosos proyectos de industrialización emprendidos por el gobierno de Meiji estaban siendo financiados con fuertes impuestos, lo que provocó una inflación vertiginosa. Cuando tenía siete años, su padre, desgastado por las deudas, la dejó al cuidado de las geisha donde aprendió todas las artes tradicionales como la ceremonia del té, los arreglos florales, el canto y sobre todo, la danza y el teatro.

Para asegurarse de que su carrera floreciera, se la envió con un sacerdote shintoísta para que aprendiera a leer y escribir. Esto fue revolucionario por varias razones ya que la educación de las mujeres en Japón apenas estaba comenzando: la primera escuela para mujeres (solo para mujeres nobles) no abrió hasta 1870. “Se esperaba que las geisha fueran mujeres modernas y que marcaran tendencias, pero tal habilidad puso a Sada Yakko por delante de las demás”

Con tan solo 15 años, se convirtió en la preferida del Primer Ministro gracias a su belleza y la magnificencia de sus espectáculos. Poco después conoció a su marido, el actor Kawakami Otojiro, con quien abriría un teatro en Tokyo para luego tratar de conquistar los Estados Unidos con sus representaciones.

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Sada Yakko junto a su esposo Kawakami Otojiro

Una vez en Estados Unidos, Sada Yakko se convirtió en actriz. Al principio, su compañía fracasó, aunque pronto experimentó un éxito que poco a poco fue creciendo. Se ganó el respeto de la super-estrella de la danza Isadora Duncan y fue catapultada a la fama por otra celebridad, la estadounidense Loïe Fuller, quien le abrió las puertas de su teatro en París e incluso actuó como intérprete en sus entrevistas con revistas extranjeras. En 1900, Sada Yakko cruzó el Atlántico para ir a París y representar La geisha y el caballero como parte de la Exposición Universal. Su representación fue un éxito rotundo e inmediato. Era la primera vez que un grupo de teatro japonés aparecía en Francia y fue tan bien recibido que la joven organizó una fiesta.

Su éxito continuó y se convirtió en una musa para los artistas franceses. Curiosamente una de las pocas fotos que quedan de Sada Yakko fue tomada por Pablo PicassoDebussy se inspiró en ella a la hora de componer su música y durante el movimiento del ‘japonismo’Sada Yakko actuó como modelo y musa de los artistas franceses. También experimentó el éxito comercial: Guerlain, en el apogeo de su fama, creó el perfume ‘Yakko’ en homenaje a ella. Durante este período, la joven lanzó su propia gama de cosméticos y kimono, vendidos en una boutique a su nombre no lejos de la Ópera Garnier de París.

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Poster publicitario anunciando una representación de La Geisha y el Caballero con Sada Yakko como principal.

Su maestría con el maquillaje, inspirándose en la tradición de las geishas, impuso otra forma de belleza, lejos de la búsqueda de un look natural que persistía en Europa: prefirió el lápiz labial rojo, una base espesa y pequeños acentos negros alrededor de los ojos. Las mujeres parisinas la adoraban y se inspiraban en su forma de vida. En una entrevista para la revista Femina, Yakko declaró que a las mujeres parisinas “todo les sienta bien, todo las hace lucir deliciosamente lindas, sacan lo mejor de todo lo que las rodea… Todo, en París, tiene un gusto exquisito. Todo parisino es un artista, aunque no sea de profesión”

Cuando regresó a Japón en 1901, Sada Yakko ya no era solo una estrella sino una figura de fama internacional defendida por sus contemporáneos como símbolo de la mujer moderna y libre. Siete años después abrió la primera escuela de teatro para mujeres.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Sada Yakko se retiró a su villa en Atami. Murió en 1946 y fue enterrada en el Templo Teishoji. Con Japón devastado por la guerra, hubo escasa cobertura de la geisha que cautivó a Occidente, pero su legado sigue vivo en las generaciones de actrices japonesas que la siguieron.