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Los misteriosos nombres antiguos de los meses en japonés: Un viaje a través del tiempo y la naturaleza

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El calendario japonés tiene una historia fascinante que se remonta a siglos atrás. Además de los nombres de los meses que utilizamos actualmente, hubo una época en la que se utilizaban términos diferentes para designar cada mes del año. Esta tradición de antiguos nombres de meses en japonés nos ofrece un vistazo a la rica cultura y la conexión que el pueblo japonés tenía con la naturaleza y los cambios estacionales.

Antes de la adopción del calendario gregoriano en Japón en 1873, el calendario lunar era el sistema utilizado. Cada mes lunar estaba asociado con eventos y fenómenos naturales específicos y se les daba nombres basados en esas características. Estos nombres reflejaban la relación cercana que los japoneses tenían con su entorno natural y la importancia que le daban a los cambios estacionales.

El primer mes del año lunar se llamaba “Mutsuki“, que significa “enero” en el calendario gregoriano. Este nombre se asociaba con el comienzo del invierno y se refería a los árboles sin hojas y los paisajes nevados. Era un mes de introspección y preparación para el nuevo año.

El segundo mes lunar se llamaba “Kisaragi“, que significa “febrero”. Este nombre se asociaba con la llegada de la primavera y el deshielo de la nieve. Era un mes de renovación y esperanza, cuando las flores comenzaban a florecer y los pájaros volvían a cantar.

El tercer mes lunar era conocido como “Yayoi“, que significa “marzo”. Este nombre se refería al momento en que las hojas de los árboles comienzan a brotar y los campos se llenan de vegetación. Era un mes de crecimiento y fertilidad, donde la naturaleza renacía y se preparaba para la temporada de cultivo.

El cuarto mes lunar se llamaba “Uzuki“, que significa “abril”. Este nombre se relacionaba con la belleza de las flores de cerezo en plena floración. Era un momento de celebración y contemplación de la efímera pero hermosa naturaleza de la vida.

El quinto mes lunar, llamado “Satsuki“, significa “mayo”. Este nombre se refería al mes de las semillas, cuando se sembraban los cultivos y se esperaba con entusiasmo el crecimiento de las plantas. Era un mes de trabajo duro y esperanza para una buena cosecha.

El sexto mes lunar se llamaba “Minazuki“, que significa “junio”. Este nombre hacía referencia a la temporada de lluvias, cuando la naturaleza se llenaba de vida y el paisaje se volvía exuberante y verde. Era un mes de renovación y purificación.

El séptimo mes lunar se conocía como “Fumizuki“, que significa “julio”. Este nombre se relacionaba con la abundancia de las cosechas y el florecimiento de los campos. Era un mes de gratitud y celebración por los frutos de la tierra.

El octavo mes lunar se llamaba “Hazuki“, que significa “agosto”. Este nombre se refería a la abundancia de hojas en los árboles y a la transición hacia el otoño. Era un mes de reflexión y preparación para los cambios venideros.

El noveno mes lunar era conocido como “Nagatsuki“, que significa “septiembre”. Este nombre se asociaba con el alargamiento de las noches y el comienzo de la caída de las hojas. Era un mes de nostalgia y apreciación de la belleza efímera.

El décimo mes lunar se llamaba “Kannazuki“, que significa “octubre”. Este nombre se refería al mes en el que se creía que los dioses abandonaban los santuarios para ir a otro lugar. Era un mes de reverencia y respeto hacia los seres divinos.

El undécimo mes lunar, conocido como “Shimotsuki“, significa “noviembre”. Este nombre se relacionaba con las primeras heladas y la llegada del invierno. Era un mes de preparación para el frío y de apreciación de la belleza invernal.

El duodécimo y último mes lunar se llamaba “Shiwasu“, que significa “diciembre”. Este nombre se asociaba con el frío invierno y las primeras nieves. Era un mes de reflexión y celebración del final del año.

Estos antiguos nombres de los meses en japonés nos transportan a un pasado en el que la conexión con la naturaleza y la observación de los cambios estacionales eran fundamentales en la vida cotidiana de los japoneses. Nos recuerdan la importancia de apreciar y respetar la naturaleza en nuestra propia vida y cómo las tradiciones ancestrales pueden seguir siendo una fuente de inspiración en el mundo moderno.