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Introducción a la Música
Resultaría casi imposible imaginarnos un mundo sin música, o que alguien desconociera la idea de música por completo. Está tan ligada a nuestra vida, individual y social, que muchos tenemos el soundtrack o fondo musical de nuestros “recuerdos”. Melodías que nos transportan a momentos felices, dramáticos o trágicos, capaces de hacernos sentir cada emoción e impacto físico nuevamente. Y a pesar de todo esto, resulta muy complicado definir claramente qué cosa es la música.
Podríamos iniciar con una definición casual, entre amigos; son sonidos agradables que en conjunto expresan una emoción. Una definición que hemos dejado muy incompleta y abierta para poder empezar a desarrollar ramas mucho más complejas.
Avanzando en orden dentro de nuestra definición, nos encontramos con la palabra sonidos. Esta representa la parte principal de la definición ya que la hemos colocado al inicio, y aun así, es completamente inexacta. La música sí contiene sonidos, pero una enorme parte de esta son silencios. Los silencios son parte fundamental de la música y sin ellos sería imposible concebirla.
Dando otro paso adelante en nuestra definición nos encontramos con la palabra “agradables”. Nuevamente, un término inexacto y, en este caso, incluso puede resultar contradictorio. El valor de lo agradable es subjetivo, ligado a la cultura, a la experiencia personal, al estado de animo transitorio, etc. Lo que hoy nos parece agradable, en unos minutos puede resultarnos la peor experiencia de nuestra vida. Siendo provocativos, podríamos aludir al placer por el dolor; lo que a un masoquista resulta agradable, probablemente a otros nos resulte doloroso, y en nuestro caso desagradable. Además, en todas las expresiones artísticas, el creador no siempre tiene la intensión de ser agradable; si pensamos en la música de un film de terror, donde el horrendo ser “del más allá” está apunto de encontrarnos escondidos en el closet, lo último que nos pasa por la mente es música agradable.
Al mismo tiempo, es casi imposible tener una definición sin utilizar un adjetivo, por lo que buscaremos cambiar la palabra agradable con una más adecuada. En el caso del arte, podríamos usar la palabra “dramática”, ya que drama estrictamente hablando, proviene de dos palabras griegas, drao que significa “yo hago” y ma que es el resultado de dicha acción, y la cuál era utilizada por los mismos griegos para referirse a cualquier tipo de actuación, o sea una representación “fabricada” por la persona. Obviamente, esta palabra fue cambiando, pasando a ser un acontecimiento o situación que nos causa asombro, para llegar a ser entendida como una situación difícil que se nos presenta y el cómo la afrontaremos. Pero haciendo alución a su significado original, la música es resultado de la interpretación humana de un algo, que podríamos limitar a la intensión del creador musical.
Actualizando un poco nuestra definición, la música es un drama, o resultado artífice, de sonidos y silencios que en conjunto expresan un emoción. Podemos sentirnos orgullosos de nuestra nueva definición! Por lo menos hasta que nos presentamos con otra problemática nueva. No toda la música nos causa emoción. Nuevamente, emoción proviene del latín y significa (a grandes rasgos) “algo que nos mueve”.
Dentro de la música más conocida en occidente, la emoción suele jugar un papel muy importante. Casi todas las piezas musicales nos llevan por un recorrido imaginario, que evoluciona, lucha, se transforma, y reposa. Pero cuando escarbamos un poco más en la música tradicional del mismo occidente, la música de otras culturas de ciertos lugares en Asia, Africa y América precolombina, nos encontramos con muchísimos ejemplos de música cuya función no es transformarse ni llevarnos de paseo por nuestras emociones. Incluso, algunas son resultado de la búsqueda de lo que nunca cambia, de lo perpetuo, en la que se estima su capacidad de hacernos entrar en un “trance”
Esto nos llevaría a presentar dos opciones contradictorias; la música es un drama de sonidos y silencios que en conjunto pueden expresar o no, una emoción.
Entrando en el detalle de las palabras, nos podríamos preguntar si el término expresar sea el más correcto. Expresión, de origen en el latín, hace referencia a exprimir lo que llevamos en el interior, sacar lo que llevamos dentro. En el caso de la música, esta misma es la expresión del artista, por lo que no puede contener una expresión en sí misma. Por lo que la música está contenida en el acto de expresar y no al contrario. Entonces nuestra definición tendría que cambiar un poco para ser algo similar a “La música es la expresión del drama de sonidos y silencios, que puede provocar o no una emoción”.
Tratando de limpiar un poco la definición para hacerla lo más simple posible, podemos colocar en conjunto “drama de sonidos y silencios” dentro de “drama auditivo” ya que los sonidos y silencios solemos percibirlos con nuestro sentido del oído o audición. Y nos podemos deshacer de “provocar o no, una emoción” ya que al proponer ambas opciones, englobamos el completo.
Nuestra definición ha llegado a ser “la música es la expresión del drama auditivo” . Y como pueden imaginarse, esto aún tiene graves problemas en la definición. En el caso presentado por nuestra definición, un discurso realizado por un gran orador, podría definirse como música, ya que es la expresión (del orador) del drama auditivo (el resultado del artífice auditivo de su oratoria)
En la música tenemos varios elementos que suelen estar presentes; la melodía o relación horizontal de los sonidos, la armonía o relación vertical de los sonidos, el color o timbre (como suena uno o varios instrumentos), el ritmo, la función armónica, la estructura, etc. El problema es que todos estos elementos son transitorios, variables, no universales, por lo que la ausencia o utilización de cada uno de estos no está sujeta a un absoluto. Pero es usual que algunas de estas se encuentren presentes en el proceso de la creación artística musical, por lo que su importancia es innegable.
En el caso de un discurso en oratoria, la semántica es uno de los factores más importantes, pero en la música esta puede o no serlo, pero se espera que el discurso auditivo funcione por encima de la semántica misma. En pocas palabras, es más importante los sonidos y silencios que las palabras que se dicen por su significado.
Ahora haremos un esfuerzo por incluir en la definición nuestra más reciente reflexión: La música es la expresión del drama auditivo, que mediante los elementos que lo forman se superan los límites de la semántica.
Hemos llegado a una definición, que si bien no es perfecta, nos da suficientes bases para poder desarrollar futuros temas sobre la música. Esperamos que esta definición siga transformándose, al menos a nivel individual, mientras nos adentramos aun más en este maravilloso mundo formado por sonidos y silencios.