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Explorando las Raíces de Japón: El Emperador Jimmu y su Legado Legendario
Hoy vamos a adentrarnos en los orígenes fascinantes de Japón para explorar la figura legendaria del Emperador Jimmu. Prepárense para sumergirse en un mundo de mitos, leyendas y un legado perdurable.
El Emperador Jimmu, también conocido como Kamuyamato Iwarebiko no Mikoto, es considerado el primer emperador de Japón según la mitología japonesa. Aunque su existencia histórica real no está confirmada, su historia ha dejado una profunda huella en la cultura y la identidad japonesas a lo largo de los siglos.
No hay pruebas de la existencia de Jimmu, excepto su mención en el Nihon Shoki y el Kojiki. Las fechas en las que se afirma que Jimmu reinó, desde el 660 a.C. hasta el 585 a.C., son improbables y la mayoría de los académicos modernos coinciden en que la fundación tradicional de la dinastía Yamato en el 660 a.C. es un mito y que Jimmu, junto con los primeros nueve emperadores, son personajes legendarios. La creación de Japón en el año 660 a.C. probablemente fue creada por los escritores del Nihon Shoki para asignar una fecha en un año del calendario kanototori.
Según las leyendas, el Emperador Jimmu nació en el año 711 a.C. y era descendiente directo de la diosa del sol, Amaterasu. Se dice que Amaterasu le otorgó al joven Jimmu el espejo sagrado, uno de los tres tesoros imperiales, como símbolo de su autoridad y legitimidad.
La historia cuenta que Jimmu realizó un viaje épico mientras lideraba una expedición desde la región de Kii, en la actual prefectura de Wakayama, hasta la llanura de Yamato, en la actual prefectura de Nara. A lo largo de su travesía, se enfrentó a tribus locales y superó innumerables obstáculos hasta establecer su capital en Yamato, marcando así el comienzo de la línea imperial en Japón. El Santuario de Kashihara fue establecido en 1889 por el emperador Meiji en el lugar de Kashihara-gū, donde según la leyenda, el Emperador Jinmu, considerado el primer emperador de Japón, ascendió al trono.
El Emperador Jimmu es reconocido por su papel en la promoción de la agricultura y el establecimiento de las bases para la gobernabilidad en el país. Se le atribuye la creación de la estructura política y social temprana, así como el fomento de la unidad y la prosperidad en el Japón de esa época.
Aunque no se ha confirmado su existencia histórica, su legado ha sido transmitido a través de generaciones y ha sido parte integral de la identidad japonesa. Su figura se ha convertido en un símbolo de respeto y admiración en Japón y se le rinde homenaje en ceremonias y eventos conmemorativos.
En 1873, se instituyó una festividad conocida como Kigensetsu, celebrada cada 11 de febrero, para conmemorar el aniversario de su ascenso al trono. Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial, esta festividad recibió críticas por su estrecha asociación con el “sistema del emperador”. Como resultado, fue suspendida desde 1948 hasta 1966, pero más tarde fue reintroducida como el Día de la Fundación Nacional.