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Cómo influenció el gran incendio de 1657 al Tokyo Moderno
Camina un poco por el Tokyo moderno, y te dará la impresión de ser el punto máximo del orden y la calma. Es difícil imaginar que todo esto fue destruido un par de veces durante el siglo XX, primero en el temblor e incendio de 1923 y después por los bombardeos en 1945.
Estas no han sido las únicas ocasiones que Tokyo ha enfrentado desgracias. En aquellos tiempos en que la ciudad era aun conocida como Edo, era prácticamente hecha de madera. Los incendios eran un constante peligro y Edo se quemó hasta sus cimientos en varias ocasiones, solo para levantarse de sus cenizas como un gran fénix.
Uno de los incendios más desastrozos fue el Gran Incendio de 1657. Pero también fue uno de los que más enseñó a la sociedad japonesa a prevenir lo mejor posible los incendios. Su influencia aun se nota en el trazado actual de la ciudad.
Edo era aun una ciudad nueva en 1657. El Shogun movió su capital de Kyoto al poblado de Edo unos 50 años antes. Durante ese período la ciudad gozó un crecimiento inusual económico y de población, para convertirse en una de las ciudades más grande del mundo en su época.
El Gran Incendio de 1657 empezó en Hongo, se extendió a Yushima y Kanda, bajando hasta Ginza. Imparable por 3 días, expandiéndose con ayuda del viendo fuerte. La población de Edo era de 400,000 habitantes en 1657. Para cuando lograron apagar el fuego, al menos un cuarto de la población había fallecido.
Se dice que el río Kanda estaba tan lleno de cuerpos que parecía estar seco. Tres cuartos de los edificios de la ciudad estaban hechos cenizas, incluyendo la mayoría de las edificaciones que conformaban el castillo de Edo.
Después del incendio, el Shogun ordenó una serie de decretos para resolver las cuestiones que causaron el incendio. Hasta 1657, los únicos bomberos en la ciudad eran escuadrones privados que protegían a los señores feudales de la ciudad e incluso ellos no pudieron hacer nada contra las llamas. Como resultado, 500 palacios de estos señores feudales se quemaron completamente.
El Shogun ordenó que se designara guardianes contra el fuego en cada vecindario, y organizaron equipos de voluntarios. Estos primeros equipos de brigadas contra el fuego se convirtieron en la columna vertebral de la sociedad.
Los palacios de los señores feudales fueron reconstruidos pero más lejos del castillo, y en modo más discreto, cuyo estilo marcaría el tono de los distritos aristocráticos de la ciudad durante los siguientes siglos.
El Gran Incendio de 1657 también quemó más de 350 templos y santuarios. Estos se encontraban originalmente alrededor del Castillo de Edo, pero después del incendio, el Shogun ordenó que se construyeran alejados de este. Viendo el mapa actual del Tokyo, se puede notar un distrito de templos y santuarios en forma de anillo alrededor del Palacio Imperial a unos 2 kilómetros de este, en Asakusa, Yanaka, Yushima, Hongo, Ushigome, Yotsuya y Azabu.
El Gran Incendio también impulsó la expansión de las “fronteras” de la ciudad. Hasta 1657, las zonas para trabajar la madera estaban en Nihonbashi, en el corazón de la ciudad. Después del incendio, fueron llevadas a Fukagawa, en la costa alejada del río Sumida. En ese tiempo Fukagawa era solo un pueblo de pescadores, pero creció rápidamente para convertirse en una zona industrial fuerte, y aun ahora sigue siendo así.
Edo era una ciudad con problemas de sobrepoblación graves, y esto causó que muchos murieran al pié del río, incapaces de escapar de las flamas. Por lo que expander las fronteras de la ciudad disminuía la densidad de la ciudad considerablemente.
Después de 1657, hubo un esfuerzo conjunto y conciente de todos para recuperarse como comunidad. Áreas pantanosas del este de Sumida, como Honjo y Fukagawa, fueron drenadas y desarrolladas para disminuir la densidad de población en otras zonas, y se construyó un puente para conectar los nuevos vecindarios con el resto de la ciudad. Este era Ryogokubashi, el primer puente que se construyó al sur de Senju. En poco tiempo se convirtió en el puente más importante de Edo, lugar donde se realizan festivales con juegos artificiales durante el verano.
El vecindario al pié del puente se limpió y se dejó como espacio abierto, con la esperanza de que sirviera como “rompe fuegos” en caso de incendios, pero pronto se convirtió en un tipo de plaza pública donde la gente de Edo iba a ver artístas callejeros.
“Rompe fuegos” similares fueron creados en Ueno y Asakusa, convirtiéndose pronto en zonas para entretenimiento de la comunidad, y continúan siéndolo así en nuestros días. Al igual que muchas otras tantas cosas más, tuvieron inicio en el Gran Incendio de 1657.