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Matsuo Basho – El Poeta Viajero
“Un viejo estanque, Una rana que salta: el sonido del agua”
Matsuo Bashō (1644 – 1694)
Si te has adentrado aunque sea un poco en la poesía japonesa, es muy probable que conozcas este poema escrito por Matsuo Bashō 松尾芭蕉 considerado por muchos como “El poeta de Japón“
En su tiempo, finales del s.XVII, Basho era ya reconocido como uno de los mejores poetas de su tiempo. En sus peregrinajes, los aspirantes a poeta lo seguían ahí donde fuera y la gente lo invitaba a su casa para darle un lugar donde comer y reposar de sus largas caminatas por los pueblos. Es gracias a esta gente que se conoce mucho de la vida de Basho y de cómo era su día a día.
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(Puedes ver el video de este post o seguir leyendo abajo)
Basho nació en una familia de samurai de bajo rango en el pueblo de Ueno, provincia de Iga (actualmente Prefectura de Mie) Hacia la edad de 12 años, se volvió sirviente de Todo Yoshitada, un joven pariente del daimyo (señor feudal) que gobernaba la zona. Compartían el interés por la poesía lo que hizo que su relación se volviera cada vez más cercana. Sin embrago, poco después el joven señor murió, lo que perturbó sobremanera a Basho, al punto de dejar su pueblo natal e irse a Kyoto, abandonando sus ambiciones como samurai aunque para este momento aún no se había comprometido con la poesía como profesión.
La poesía gradualmente se convirtió en su vida ya que trabajó en la preparación de antologías de las obras de otros escritores y su reputación personal como poeta de haikai, forma poética predecesora del haiku, fue creciendo en Kyoto y después en Edo, cuando se mudó hacia la capital. Tenía muchos amigos y discípulos que le ayudaban en su vida diaria, por ejemplo, en una ocasión le reconstruyeron su choza ya que había sido presa de un incendio en la ciudad. Trabajaba junto con otros poetas con bastante frecuencia lo que hizo que se convirtiera en un miembro destacado de esta comunidad.
Matsuo Basho era un hombre de viaje ya que hizo varios peregrinajes largos en una época en la que el medio más común era caminar y había todo tipo de peligros en los caminos. A veces pasaba un año o más fuera de su casa y casi siempre estaba acompañado por estudiantes o gente local que lo acogía en sus casas. A Basho le gustaba ir a lugares y ver todo en detalle: vistas panorámicas famosas en la temporada adecuada como los cerezos en flor o la luna llena, templos, sitios históricos y dondequiera que iba. Escribía haiku y renga ahí mismo o justo antes de irse a dormir.
Se convirtió en un hombre profundamente religioso comprometiéndose con los principios Zen y cuanto más envejecía, más pretendía que su poesía sirviera a la búsqueda espiritual. Siguiendo la filosofía Zen, Bashō intentó comprimir el significado y la búsqueda de la armonía con el mundo natural en un patrón tan simple como los haiku (poesías de tan sólo tres líneas de 5 y 7 sílabas sin necesidad de rimar)
Su obra clave en este desarrollo es “Sendas de Oku” (Oku no Hosomichi), escrito durante un de sus viajes al norte de Japón y donde Basho relata que el viaje que está realizando es tanto interior como exterior, una búsqueda del alma y de las verdades espirituales. Los viajes, a pesar de lo extenso, siempre fueron en lugares conocidos, por él o por otros, aunque se pretendía que fueran una exploración.
El último poema o haiku registrado fue recopilado por uno de los discípulos hacia1694 y generalmente es aceptado como su poema de despedida o “últimas palabras” del poeta:
“Enfermo en mi viaje
mis sueños vagarán
este campo desolado”- Matsuo Bashō (1644 – 1694)