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Quiénes fueron los Daimyo en el Japón Feudal

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Los daimyo eran señores feudales durante el shogunato en Japón durante el siglo 12 al siglo 19. Los daimyo eran poderosos terratenientes que contaban con su propio ejercito, contrataban samurai para proteger sus propiedades y familia.

La palabra daimyo viene del japonés “dai” que significa “grande o grandioso”, y “myo” que es un término para referirse al “nombres” como familia o clan. Podría traducirse como “gran nombre” o “gran clan”, o como propietarios de grandes terrenos “gran terrateniente”. Su equivalencia directa con el occidente es muy flexible, pero sería similar al inglés “lord”

De Shugo a Daimyo

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Las primeras personas llamadas “daimyo” venían de la clase shugo, quienes eran gobernantes de las provincias en el Japón del período Kamakura, entre 1192 y 1333. Esta posición fue creada por Minamoto no Yoritomo, el fundador el Shogunato Kamakura.

Un shugo era nombrado por el shogun para gobernar una o más provincias en su nombre. Estos gobernadores no consideraban las provincias como su pertenencia, a la vez que el título de shugo no era hereditario. Los shugo controlaban las provincias a la completa discreción y mandato del shogun.

Al pasar de los siglos, el control del gobierno central sobre los shugo disminuyó, aumentando el poder de estos sobre sus provincias en modo notorio. Para finales del siglo 15, los shugo no dependían del shogun para ejercer su autoridad. Dejarón de ser simples gobernadores para convertirse en señores feudales con control absoluto en su provincia, la cual consideraban de su propiedad. Cada provincia tenía su propio ejercito, recolectaban impuestos de la población y pagaban a sus samurai, en su propio nombre y para su propio beneficio. Se convirtieron en los primeros daimyo reales.

Guerra Civil y Falta de Liderazgo

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Entre 1467 y 1477, una guerra civil conocida como Guerra Onin tuvo lugar en Japón para decidir la línea de sucesión del shogunato. Varias casas de la nobleza apoyaban diversos candidatos para ocupar el mando del shogunato, lo que resultó en un completo caos a lo largo del país. Al menos una docena de daimyo se lanzaron al campo de batalla para conquistar dicho puesto.

Una década de guerra constante dejó a los daimyo exhaustos, pero no resolvió el problema de la sucesión, lo que llevó a una constante pelea en “pequeña intensidad” durante el Período Sengoku. Este último fueron 150 años de caos, en el que los daimyo luchaban constantemente por el control de territorio, por el título de shogun, e incluso parecería que por “costumbre”

El período Sengoku finalmente llegó a su fin cuando los “tres unificadores” de Japón, Oda Nobunaga, Toyotomi Hideyoshi y Tokugawa Ieyasu, vencieron a los daimyo rivales y devolvieron el poder central a las manos del shogun. Bajo el Shogunato Tokugawa, los daimyo continuaron gobernando sus provincias como si fueran sus pertenencias, pero bajo un control y escudriño intenso por parte del shogunato para mantener limitado el poder de los daimyo.

Prosperidad y Caída

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Una parte importante del control ejercido por el shogunato sobre los daimyo era el “sistema de presencia alternada”, en el que se exigía al daimyo pasar la mitad de su tiempo en la capital Edo (actual Tokyo) y la otra mitad en sus propias provincias. Esto aseguraba que los shogun pudieran mantenerlos a la vista y controlados. Además que el traslado del daimyo con parte de su ejercito y sirvientes, significaba un gasto enorme para estos, lo que debilitaba su capacidad para financiar una posible guerra.

La paz y prosperidad del período Tokugawa continuó hasta mediados del siglo 19, cuando las potencias occidentales forzaron a Japón a permitirles el acceso al país. Bajo la amenaza del imperialismo occidental y otros factores internos, el gobierno Tokugawa colapsó. Los daimyo perdieron sus tierras, títulos y poder como resultado de la Restauración Meiji en 1868, aunque algunos de ellos fueron capaces de mantenerse en la élite formando parte de una “nueva” oligarquía de la adinerada clase industrial.