¿Se acostumbrarán Mis Hijos a Japón?

Una mudanza siempre es una experiencia intensa, sea por sus exigencias físicas que por las sicológicas, que aun con mucha preparación y anticipación puede resultar más de lo que podemos manejar. Ahora, si sumamos a esta experiencia la incertidumbre del cómo será para nuestros hijos, qué significará para ellos dejar su previo hogar, amistades, escuela, familiares, etc., pronto nos veremos inmersos en una cantidad de dudas y temores que nos harán cuestionarnos cada decisión que hagamos. Y sinceramente, esto es lo más normal. Nadie puede predecir que sucederá el día de mañana, ni siquiera en situaciones que creíamos controladas, situaciones que forman parte de nuestra rutina, ahora menos en una situación en la que tenemos la necesidad de prever lo impredecible, mientras velamos por la seguridad emocional y física de nuestros hijos.

Especialmente con nuestros hijos, solemos pensar que entre más estable la situación, mejor para su desarrollo. Aunque definitivamente existen oportunidades y experiencias que no podemos o no queremos perdernos, por nuestro crecimiento, el de nuestros hijos, por sueños y pasiones, o por simple saltos que da la vida.

Cuando desde occidente pensamos en Japón, nuestra imaginación suele volar muy rápido, y aunado a cuentos fantásticos de una tierra de grandes contrastes, consumismo, problemas sociales, un idioma que nos parece exponencialmente difícil, y mucho más. Algunos problemas suelen magnificarse desde la distancia, algunas características que son flexibles se confunden con la norma, y nuestro temor de ser los suficientemente flexibles o aguantadores para encajar en nuestro nuevo hogar empieza a ser más evidente.

No es posible mentir, habrán muchos cambios, muchos detalles, que nos costarán más esfuerzo acostumbrarnos. Algunos estarán ligados a la nueva cultura que nos acoge, otros más a pasar a formar parte de una minoría, y otras más serán simplemente el producto de nuestro desconocimiento de las opciones a nuestro alcance. Cómo podemos hacer nuevas amistades cuando nos cuesta incluso mantener la conversación más sencilla? Cómo se realizan las tareas más cotidianas que nunca habíamos prestado mayor atención ya que llevamos toda la vida haciéndolas? Cómo enseñaremos a nuestros hijos a encajar en una sociedad que desconocemos?

La realidad es que, probablemente nuestros hijos encajaran en esta nueva sociedad más rápido de lo que lo haremos nosotros. Será imposible “protegerlos” de cada detalle, de cada nueva experiencia, pero no hay que excedernos en la cautela, nuestros hijos no son tan frágiles como parecen. No quiero decir que no debemos ocuparnos de la situación, pero no sirve de nada preocuparnos. Las mismas recomendaciones, los mismos detalles que conocemos en nuestro lugar de origen, seguramente seguirán aplicándose en nuestro nuevo hogar.

Nuestros hijos tendrán nuevos amigos, aprenderán el nuevo idioma, jugaran, discutirán, reirán y llorarán, igual que lo hacían antes. Y nuestra mejor oportunidad para acostumbrarnos a nuestro nuevo hogar y ayudar a nuestros hijos, será tomar su propio ejemplo.