Preparatoria en Japón: Una Elección Con Mil Detalles

Aún recuerdo como si fuera ayer los años escolares, el tiempo en el que pasamos de la secundaria a la preparatoria, y en mi caso personal fue en cierto modo “natural”. Simplemente continué mis estudios en la misma escuela, la cual contaba con grados escolares desde el preescolar hasta la preparatoria. No hubo mucho que decidir, o más bien, la decisión fue seguir la corriente del río. Casi 25 años más tarde, me encuentro frente a la decisión de la elección de una escuela preparatoria, pero en esta ocasión para mi hijo Ro.

Hay que dejar claro que hay grandes diferencias (más allá de la edad), él está cursando la escuela en Japón y yo la hice en México, su escuela no ofrece grados de preparatoria por lo que es absolutamente necesario encontrar una preparatoria para continuar sus estudios, y finalmente, la percepción social sobre las escuelas públicas y privadas.

Quizás durante mi juventud fueron mis papás los que se encargaron de los detalles burocráticos, sea de la escuela que del gobierno, además que nunca tuve que realizar un examen real de admisión. Pero la complejidad con la que se está desarrollando esta decisión para nosotros en Japón, no tiene precedentes en mi vida. Las escuelas públicas tienden a tener una alta competencia de admisión, y en general son de muy alto nivel académico. En Odawara, la más reconocida es la preparatoria de Odawara, la cual es pública. No es la única preparatoria pública de la ciudad, y definitivamente hay buenas opciones, tanto públicas como privadas. Pero sin duda es la más “preciada”.

A mi hijo Ro, le ha gustado mucho la preparatoria de Odawara, su plan de estudios le parece muy interesante ya que ciertas materias son optativas y puede acomodar su curriculum un poco más a su gusto. Un cierto parecido con el sistema de las universidades. Además el ambiente le pareció muy profesional, y a la vez con respeto a los alumnos. Notamos un gran apoyo a los clubs de artes, con obras maravillosas expuestas en los pasillos, dignas de muchas escuelas profesionales de arte que he conocido en México e Italia. Y sin duda, los clubs deportivos son altamente competitivos. Un club que le gustó especialmente fue el de Radio, quizás con la costumbre de hacer videos o un gusto directo por la comunicación. En todo caso, se siente un ambiente en el que lo académico está en balance con otras áreas de la vida.

Los costos de una preparatoria en Japón pueden llegar a ser altos. La ventaja en costos de una preparatoria pública son más que obvios, aunque las escuelas privadas también ofrecen buenas becas, sea por su propia fundación o en asociación con los gobiernos prefecturales. En cualquiera de ambos casos, uno debe estar consciente que habrán sacrificios y gastos que tendremos que resolver.

A la vez, hay un par de escuelas privadas que llaman la atención de Ro, y no ha decidido por alguna específica, y simplemente se prepara para presentar lo mejor posible cualquier examen de admisión.

Algo que aún no logro aceptar del todo en este sistema, es que la escuela secundaria se involucra en el proceso de elección de la escuela preparatoria a un nivel que no sería normal en otros lados del mundo. Entiendo perfectamente las asesorías, consejos, finalmente son guía de sus alumnos aun en este proceso de su vida, pero la presión por elegir una preparatoria a esta edad de la adolescencia, puede ser sobrecogedora. Los alumnos en Japón están acostumbrados a asistir a la escuela que está en su zona (primaria y secundaria) y no se plantean de más “opciones”. De repente deben elegir una escuela, y no están del todo seguros cuales deben ser los puntos que deben revisar, qué significa transportarse cada mañana a un lugar que puede resultar muy lejano, encontrarse con una pequeña comunidad con la que nunca antes habías convivido, etc.

Y a todo esto, le estamos sumando la repetida insistencia de los maestros y el gobierno por decidir previamente a qué exámenes de admisión de qué escuelas van a presentar. Los alumnos solo pueden presentar el examen de admisión a una escuela pública y una privada. La presión por pasar el examen de admisión aumenta considerablemente cuando saben que no existe plan B. “Debo presentar examen para una escuela más fácil de entrar aunque no sea muy buena o no sea la que me gusta?”, “Si fallo, la sociedad me verá mal”, y muchos otros pensamientos de duda y temor se mezclan con los nuevos retos que están por enfrentar, y no se diga con el simple hecho de ser adolescentes.

Los maestros, probablemente con la mejor intensión del mundo y con su propia experiencia como estudiantes, buscan dirigir a los alumnos a puerto “seguro”; evitar volar muy alto para no quemarse con el sol y caer al mar. Un pensamiento que puede tener mucha fuerza en una sociedad como la japonesa, pero que en mi humilde punto de vista, puede ser negativo para el crecimiento humano, especialmente en los más jóvenes. Por qué estamos enseñando a nuestros jóvenes y niños a tener miedo del futuro? A evitar la incertidumbre, y rendirnos ante la adversidad. No es acaso la derrota, el error, el fracaso, el único camino a mejorar y alcanzar el éxito? Quién aprendió a caminar “al primer intento”?

No me canso de decirle a Ro, y me encantaría poder decírselo a todas sus amistades: “No importa si fallas, si te caes luchando, si te equivocas intentado. Así es el proceso de crecer. Y al menos ahora, estamos aquí para ayudarte a intentar de nuevo, juntos haremos el plan B, C, D, y cuantos sean necesarios!” Es nuestro deber y beneficio como sociedad, ayudar a los jóvenes a intentarlo, a fallar y aprender, a equivocarse y mejorar. Empujarlos y guiarlos a ser la mejor versión que pueden ser. No a cortarles las alas para que no vuelen muy alto.